Los bebés logran en sus primeros años de vida un número alucinante de cosas que no se volverá a repetir en su vida adulta. Empecé a pensar que no valoramos del todo esta primera etapa y el gran impacto que tendrá para su vida futura. Como terapeuta ocupacional, observé en la primera etapa de la infancia una gran oportunidad para intervenir desde las primeras señales de dificultades. Aparte, en mis montañas rusas de mi maternidad, empecé a sentir una profunda admiración por todos los padres. Por dar siempre lo mejor de ellos para sus hijos. Y empecé a darme cuenta de lo difícil que el sistema, a veces, lo pone a los padres: falta de información, cierta exclusión en el proceso terapéutico de sus niños, lentitud en el proceso de atención, y de derivación… Defiendo la idea de que los padres son aliados en el proceso terapéutico. Trabajo desde un modelo centrado en la familia. Siempre digo que yo tengo ciertos conocimientos, pero que vosotros, los padres tenéis el día a día. Por lo tanto, esta claro para mí que tenemos que hacer equipo. Mi trabajo es tanto con el niño como con la familia. Asesorar y empoderar a las familias para que cada bebé logre su máximo potencial.